En alguna recóndita parte de mi cerebro, aún hay un mínimo de consciencia que me dice: "¿Qué estás haciendo, loca?". Pero es que me lo ha dicho ya tantas veces, que me pregunto si valdrá la pena hacerle caso...
Algo sucede. ¿Qué me pasa? Aún no he terminado, todavía me queda mucho que dar, yo tengo fama de tener aguante. ¿Fama entre quién? Entre los chicos del instituto, por supuesto, ¿qué os pensabais? ¿Que soy una de esas mojigatas de un solo novio para toda la vida? No, queridos, no. Yo tengo talento para proporcionar placer, y no voy a esconderlo...
Las manos del chico aferran mis caderas, que, curiosamente ya no se mueven. Grita, pero no es de gusto que le estoy haciendo sentir. En su cara hay un espasmo de horror. Me aparta de sí y me tumba a su lado. ¿Qué le ocurre? ¿Ahora le da por ponerse romántico? Pone su mano en mi cuello y mi muñeca. ¿Es un nuevo ritual de excitación? No sé, el tío es mayor que yo. Intento dibujar una sonrisa para incitarlo a continuar, pero mis músculos no responden a la orden de mi ahogado cerebro. Intento parpadear, pero ya no tengo ni voz ni voto en mi cuerpo.
Y me veo tendida en la cama, desnuda, pálida, vulnerable. Oh, Dios. Quiero chillar, pero ya no saldrán más sonidos de mi garganta.
Estoy muerta.
¿Cómo ha empezado todo esto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario