martes, 8 de junio de 2010

Ángel sin Nombre (Capítulo VI)

10 de Agosto de 2011.

La noche más mágica del año trajo consigo el momento más mágico de mi vida. Ángel se había sacado el carné de moto, y poseía una Honda preciosa, que más que Honda parecía Harley Davidson, en serio. Condujo hasta un prado completamente alejado de las luces de pueblos o ciudades, con todas las estrellas del universo apiñándose para mirarnos. Sacó la mini cadena portátil del guarda cascos, y desatamos los sacos de dormir. No nos preocupamos del termo de café ni de la botella de Coca-Cola. Sabíamos que no íbamos a cerrar los ojos, al menos, no de sueño. Cuando le dio al play y reconocí los acordes de “Who’s your Daddy”, de Lordi, me eché a reír. Había esperado ese momento, y ahora estaba al ciento cincuenta por ciento segura de que era lo que quería. Sin hablar, habíamos llegado los dos a un acuerdo mutuo, cada uno por nuestra parte. Sabíamos que tenía que ser aquella noche, la noche de San Lorenzo.

-Dijiste que no querías dejar de ser casta y pura con baladitas- me recordó Ángel abrazándome. Yo asentí con entusiasmo. Aquella música metal me ponía las pilas, y era como si supiera exactamente lo que tenía que hacer. Todo resultó tan fácil, tan genial… Era mejor de lo que yo había llegado a soñar jamás. Y aquel momento era nuestro, sólo de los dos, aquella noche nos pertenecía a nosotros. La música pasó a un segundo plano, porque estábamos demasiado ocupados en explorar los límites de la intimidad como para prestarle atención. Para los más curiosos y morbosos, sí, se puso goma.

Las estrellas cayeron del cielo la misma noche en la que mi adorado ángel y yo sellábamos un pacto que ni nosotros conocíamos, pero sabíamos que íbamos a mantener siempre.

Y siempre se mantuvo.

FIN.

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